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LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS.

Sigmund Freud fue el padre del psicoanálisis. Según Freud los sueños sirven para comunicar todo aquello que la mente consciente no puede aceptar. Deseos inconscientes que no se quieren reconocer y que por este motivo aparecen en los sueños representados de forma simbólica. Es decir, los sueños son la vía de expresión de deseos reprimidos que tiene la persona. 

 

En la teoría psicoanalítica de Freud la sexualidad es un tema central. En los sueños, por ejemplo, la sexualidad domina las interpretaciones. Si en un sueño aparece un objeto hueco, como una caja, un cofre, un cajón, un jarrón, una caverna, etc., se está haciendo referencia a lo femenino. Los objetos alargados, como los bastones, paraguas, cuchillos, etc., suelen ser objetos fálicos que hacen referencia a lo masculino. Sin embargo, pronto el mismo Freud advirtió contra el uso sistemático y reduccionista de estas interpretaciones sexuales, ya que consideraba que no siempre eran la interpretación correcta del contenido del sueño.

 

 

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Sigmund Freud identifica tres tipos de sueños:

1)    El sueño que representa sin inhibiciones un deseo no reprimido, que la consciencia acepta pero que en la vida cotidiana está pobremente satisfecho. Por su claridad son los sueños más fáciles de entender.

2)    El sueño que representa de una forma encubierta o simbólica un deseo reprimido. Son sueños que requieren ser interpretados.

3)    El sueño que representa un deseo reprimido, pero que se muestra poco o nada encubierto.

 

Freud considera que todo sueño es interpretable, es decir, puede encontrarse su sentido. La labor de interpretar no recae sobre todo el sueño en su conjunto sino sobre sus partes componentes basándose en una especie de libro de los sueños, donde cada cosa soñada significa tal otra cosa en forma rígida, sin considerar la peculiaridad de cada sujeto. Primero se descompone el relato en partes, y recién al final surge la interpretación final o global, en la cual se nos revela el sueño como una realización de deseos.

El sueño no es meramente actividad somática: es un acabado fenómeno psíquico de realización de deseos, y por tanto debe ser incluido en el conjunto de los actos comprensibles (no incomprensibles) de nuestra vida despierta, constituyendo el resultado de una actividad intelectual altamente complicada.

El deseo aparece disfrazado en el aspecto manifiesto del sueño, en lo efectivamente soñado, proceso denominado 'deformación onírica'. Freud se pregunta porqué tiene que haber una deformación, ya que podría haber ocurrido que el sueño expresara el deseo en forma directa, sin deformación. Esta deformación es intencional y se debe a la censura que el sujeto ejerce contra la libre expresión de deseos, por encontrarlos censurables por algún motivo.

 

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